mardi 19 octobre 2010

El amante (Homenaje a Marguerite Duras)


Primero me acaricias, suave pero deseosamente. Recorres con tus manos, casi carcomidas por una pasión medio alienante, los rincones más empinados de mi voluptuosidad. No me miras. No me hablas. Sólo me tocas. Me percibes. Me desenredas el pelo dulcemente, insistentemente, agresivamente. Diriges mi cabeza adormecida hacia tu hombro, necesitado de proximidad. Nuestras calideces se vuelven calor. Ardor. Fervor transpirado por ambos. Me agarras por dentro. Cual lanza férrea, te adentras en mis más desconocidos recovecos, colmándolos de delicias, atiborrándolos de goce. Mi torso rebosa impudicia. Me enloqueces, me pronografías. Soy ahora objeto de la obscenidad más lunática, de la lujuria más hedonista, del epicureísmo más esplendoroso, de la sensualidad menos comedida. Vuelvo a mí a través de tu piel, lentamente, como el imperceptible brote de una flor.
Te miro ahora. Después. Me pareces bello. Tu belleza despierta en mí anhelos indescriptibles de ternura.
Somos amantes.

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