lundi 19 décembre 2011

Parábola.

Soy una llanura incandescente infinita, cuyo horizonte es el fin mismo del Todo. Respiro el humo de mis llamas, en las que centellean,efervescentes, grandes - pero debidamente medidos- deseos de amor.

Soy una parábula en un universo de líneas y paralelidades. Soy la curva de un dolor que tiene su apogeo y su decadencia, y éstos se repiten arrastrados por la fuerza ineludible de la vida. Soy el desequilibrio entre dolor y placer. La ataraxia impracticable. En realidad, debo ser un dolor común. Un dolor que se exagera a sí mismo y se da aires de grandeza al creerse ya tan alejado de la dicha.

Soy ese dolor que se recrea en su propio hedor y oscuridad. Y también soy la conciencia del dolor. El aislamiento, momentáneo y fotográfico, de mi realidad. Soy ese pequeño bultito mísero e insignificante que se aflige de dolor, en el eterno y sempiterno universo.

Soy el aliento renovador de ese desconsuelo que sé que va a pasar, como pasa este mismo instante, y éste, y éste...

Y también soy el balanceo de una cabeza perdida en una feria de colosales golosinas y música mélancolico-infantil.